2. Las vanguardias en América Latina
ALFREDO BOSI.
El fenómeno de las vanguardias latinoamericanas en su afán de autonomía, libertad y democratización, hay que "dejar de considerarlo como un epifenómeno de las vanguardias europeas para tratar de comprenderlo como respuesta a condiciones históricas concretas, el superar el enfoque atomista de la literatura por países para visualizar un espacio continental, y el dejar de reducirlo a sus expresiones en la poesía lírica para incorporar la totalidad de sus manifestaciones son sólo algunas de las tareas de superación de un enfoque limitante que se hacen hoy en día necesarias para una adecuada caracterización del vanguardismo hispanoamericano"5.
La vanguardia latinoamericana desarrolla su acción y propuesta en dos momentos igualmente importantes, uno que va de 1915 a 1929 y otro que va de 1930 a 1940. Estos dos momentos en que se desarrolla el proceso de la vanguardia se enmarcan históricamente por los hitos que corresponden a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la crisis económica mundial conocida como el crack del '29 (1929-1930) y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
El movimiento vanguardista de Brasil (Modernismo), se inició en la ciudad de San Pablo en 1922 con la Semana de Arte Moderno. Es importante destacar que en América Latina las vanguardias políticas y artísticas nacen juntas o bastante próximas en el tiempo. Los precedentes inmediatos son el "porfiriato" mexicano entre 1876 y 1910, el régimen de Estrada Cabrera (1899-1920) hasta el fin de la dictadura de Juan Vicente Gómez, en 1935. En Brasil, la oligarquía renace luego de la derrota del proyecto democrático de Floriano Peixoto (1894) y se prolonga hasta los años 20. En Chile, alrededor de 1891, también se frustra el proyecto democrático del presidente Balmaceda. En otros países, el reclutamiento oligárquico va desde 1876 en Uruguay, 1904 en Colombia, 1902 en Ecuador, etc. Mientras se va produciendo una reacomodación oligárquico-liberal hacia la democratización burguesa, representada por sectores progresistas, se produce la protesta universitaria de 1918 en la ciudad argentina de Córdoba y con ello se abre un nuevo panorama y protagonismo de las capas medias. En síntesis, el contexto en que la vanguardia literaria comienza su producción en todas sus formas y ámbitos (sociocultural, político, estético) es la crisis económica de 1929 y la secuela de la Gran Depresión hacia la década siguiente6. Lo literario y lo político siempre van juntos: resistencia a la dominación oligárquico-liberal en lo político y a sus formas de expresión cultural y de asociación a partir de la influencia extranjera, en esta caso específico la anglosajona; en Brasil, el programa no es sólo estético (antropofágico), sino una filosofía de la vida a través de la recuperación de la tierra.
Para ampliar la comprensión e integrar al análisis el origen de la vanguardia de los 20 al 30, hay que considerar la discusión lingüística como un fenómeno anterior a los años que median entre 1916 a 19357. El antecedente de esta inquietud disruptiva, es:
1) Simón Rodríguez, en Venezuela.
2) Domingo Faustino Sarmiento, Esteban Echeverría, en Argentina.
3) Domingo Faustino Sarmiento y Andrés Bello(Salvador Sanfuentes), en Chile.
4) Manuel González Prada, en Perú.
5) José de Alencar, Goncalvez Dias y Mario de Andrade (Gramatiquinha da fala brasileira), en Brasil.
La idea de un nuevo lenguaje está asociada a un hombre nuevo en un país nuevo. Quienes más se plantean este asunto son los escritores Mario de Andrade, Juan Bautista Alberdi, Jorge Luis Borges, Francisco Chuagún, Wanka Ayulo (con su ortografía indoamericana).
De 1915 a 1940, periodo nuclear de la vanguardia latinoamericana, no hay nombre de mujeres que los críticos hayan considerado tempranamente en forma relevante, ni siquiera a Gabriela Mistral por su emblemático y temprano reconocimiento internacional. La excepción más nombrada es Anita Malfatti y Tarsila Amaral en Brasil en la década del 20. La vanguardia de los 60 (con una connotación absolutamente diferente a la inicial), permite la aparición de mujeres como Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Delmira Agustín, Mercedes Valdivieso, Dulce María Loynaz, Teresa de la Parra, Cecilia Meireles, Clarice Lispector, Rosario Castellanos, María Luisa Bombal, Marta Traba, Ana Pizarro, Inés Echeverría; y en artes plásticas se destacarán Frida Kalho, Remedios Varo, Leonora Carrigton, etc.
Ángel Rama (1975), en su ensayo Medio siglo de narrativa latinoamericana, 1922-1972 , considera que la narrativa de vanguardia asume los problemas y el imaginario de un continente en busca de su autonomía e identidad. Argumenta que el nuevo discurso narrativo parte de una fractura artística provocada por el desgaste de las formas y de las estructuras de convivencia social. A partir del escenario que se abre con la depresión económica de 1929, los escritores hallarán la realidad en el arte y en el tráfago de la ciudad moderna. Entre 1917 y 1922, eclosiona la poesía; de ahí en adelante lo hará la narrativa realista en su proceso de configuración de un discurso más orgánico. Para Rama, la vanguardia latinoamericana se va consolidando a través de distintos momentos; entre ellos, aquel que surge apegado (hipnotizado) a lo europeo, pero que sabe tomar perspectiva para descubrir lo propio. El foco migratorio está centrado en los años 1900, 1925 y 1950, siendo Neruda una de sus excepciones. En este contexto, se pueden nombrar a escritores como Huidobro, Vallejo, Asturias, Carpentier, Uslar Pietri, Cortázar, el antillano Etienne Lero y el haitiano Aimé Cesaire. En el segundo momento, que tiene su epicentro entre 1910 y 1930, se constituye la narrativa regional como expresión de una contracolonización que busca un equilibrio entre tendencias nacionalistas e internacionalistas. Su fuerza creadora se caracteriza por un claro deslinde con la poesía, su rigor en el contar y por el empeño de "perfilar el personaje en situación". Uno de sus representantes es Carpentier con El reino de este mundo (1949). El tercer momento es considerado como el más latinoamericano por estar desvinculado de Paris y de la generación perdida de los marginales norteamericanos. Se destacan escritores como Roberto Arlt, Mariano Azuela, José Eustasio Rivera, Jorge Luis Borges, Mario de Andrade. Sin duda que a partir de 1930, predomina el vanguardismo narrativo "que rehace el pasado e inventa el futuro".
Entre los autores precursores y raros (autsiders), se agrupan, entre otros, a José Pereira de Graca de Aranha, Macedonio Fernández, Julio Torri, José Fuenmayor, Julio Garmendia, Pablo Palacio, Xul Solar, Felisberto Hernández, Euclides de Cunha. Del realismo crítico de la novela de la tierra se pasará al de la novela urbana y ulteriormente a la del realismo de la decrepitud de los años 50 respaldada por una filosofía de la fatalidad, por el tema de la decadencia y de la desintegración de la oligarquía, siendo uno de sus representantes José Donoso con las obras Coronación (1957), El lugar sin límites (1966) y El obsceno pájaro de la noche (1970).
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